sábado, 18 de junio de 2016

8. Valoración general

En alguna ocasión, hemos rellenado una encuesta mediante un adjetivo, un número o un símbolo. De este modo, se obtiene información y, dependiendo de esta, se llevan a cabo unas medidas u otras. Un caso parecido es la evaluación (la valoración de la actitud, los conocimientos y el rendimiento que muestra un estudiante) que nos permite ver el reflejo de aquello que hemos ido realizando a lo largo del curso. Por ello, hoy explicaré las diferentes maneras que existen y, como no, un granito de mi experiencia.






Supongo que, dependiendo de la institución y la etapa educativa, utilizaban un método u otro para evaluar a los alumnos. Por ejemplo, en primaria, no utilizaban números la nota final, sino que la hacían de forma cualitativa, es decir, usando adverbios o comentarios sobre la actitud, el progreso, el interés, etc. De este modo, no había tanta competitividad en comparación a la cuantitativa, que representan al alumno con una cifra.  


Ejemplo de análisis cualitativa


En primer lugar, la formativa (aquella que recoge información para organizar el currículum además de observar los puntos fuertes y flacos de la metodología llevada a cabo) no ha sido muy común. Sin embargo, me sorprendió que, una vez acabada una asignatura en la universidad, podías evaluar tanto a los profesores como la puntualidad, los recursos, etc. Aunque no esté relacionado estrictamente con las lenguas, un ejemplo es una encuesta que lleva a cabo la universidad sobre algunos aspectos tal como se ve en la siguiente imagen:



Por el contrario, la sumativa (aquella que permite proporcionar información sobre el nivel que tiene un alumno sobre unos determinados contenidos) se remite a la mayoría de cursos. Por ejemplo, una gran parte de la puntuación de la asignatura se basaba en un examen, una presentación oral, un trabajo, etc.

Definición gráfica de mi estudio

Definición gráfica al entregar el examen

Definición gráfica cuando sé que están las notas

Cabe destacar que en el colegio se le daba mayor importancia al progreso, es decir, a la evolución realizada durante todo el curso y mediante parciales, mientras que en secundaria y la universidad, la evaluación era más bien final de tipo sumativo.

Otros tipos estrictamente relacionados con el currículum, son la ipsativa (aquella empleada con el fin de comprobar los conocimientos de los alumnos para, de este modo, planificar el currículum) se ha centrado más en la universidad. Como los docentes ni tenían un punto de referencia ni sabían el nivel que teníamos en inglés o en francés, nos obligaban a hacer una especie de test conocido como prueba diagnóstica para luego dividirnos en grupos según la puntuación obtenida. Luego, las academias suelen regular las clases en criterios según las competencias definidas por el Marco Europeo de Referencias para las Lenguas. Antes de empezar, nos hacían una prueba de nivel para entrar en un curso u otro. Este refuerzo extraescolar normalmente va dirigido a aprobar los exámenes de certificados de idiomas y, por ese motivo, se centran tanto en seguir al pie de la letra las recomendaciones que da la Unión Europea.

En referencia a los exámenes, creo que he hecho todo los tipos posibles. En ciertos casos, nos dejaban materiales que los simulaban para podernos hacer una idea de la mecánica. Aunque dependiendo de la lengua y la finalidad, habían algunos que resaltaban más que otros. En algunas se le daba más prioridad a la interacción con los compañeros y hacíamos trabajos en grupo; en las lenguas extranjeras, hacíamos muchas exposiciones orales; y, finalmente, en mis lenguas maternas, hacíamos tanto dictados como comentarios de texto para analizar y repasar todo aquello que habíamos visto previamente.

Otro caso, fue cuando me preparé para el First Certificate; solo hacía la parte de gramática y comprensión lectora. En la primera parte, era sobre todo actividades de elección múltiple, de rellenar espacios, de transformación, etc. Este también fue el más largo que he llevado a cabo en toda mi vida (entre cuatro y cinco horas seguidas). Nunca olvidaré el momento en que me dieron unos auriculares para hacer la parte de comprensión oral ya que éramos cientos de personas que nos presentamos. Claro, el problema era que a todo el mundo le funcionaran, que se escuchara bien, que el volumen fuera el adecuado, etc. Resumen: todo un espectáculo.


Ahora entendéis la razón por la cual usábamos los cascos, ¿verdad?

En general, creo que la enseñanza tendría que corresponder a las necesidades de los alumnos. Desde mi experiencia, he visto que hay ciertas metodologías y herramientas que no me acaban de convencer (por ese motivo, he vetado ciertas academias) aunque, ¡también me ha servido para experimentar cada una de ellas!

Espero que hayáis aprendido sobre las distintas formas de evaluación junto con sus características principales. La siguiente entrada tratará sobre las tecnologías en la enseñanza de lenguas, ¡hasta la próxima!   

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